Eth nòste projècte ei Aran. Aran ès tu

La memoria como derecho – Artículo de Francés Boya

Resulta interesante hacer ejercicios de memoria y salir al paso de los nuevos profetas que desde las redes sociales se dedican a descalificar y a repartir los carnets de demócratas o fascistas en función de su conveniencia política, alegando un falso pacifismo. Son los mismos que, mientras critican la figura de un soldado por atentar contra la cultura de la paz, se pasan el día escribiendo tuits incendiarios en los que agitan la confrontación y el odio. Por eso, quiero hacer una breve reflexión con el objetivo de no perder ni la perspectiva, ni la memoria.

En el año 2010 en Aran, desde el Memorial Democràtic y el Conselh Generau d’Aran, del cual yo era Síndico, impulsamos la señalización de los lugares más importantes de la invasión del Maquis en el año 1944, para preservar la memoria de los guerrilleros republicanos. Un hecho que no estuvo libre de duras críticas. En aquel momento, algunos ayuntamientos, con alcaldes de CDA manifestaron su negativa a colocar las placas en los espacios designados. Con lo cual el memorial quedó evidentemente mutilado. Un tiempo después, tuve la oportunidad de acompañar a Santiago Carrillo a uno de esos lugares, en la que fue su última visita a Aran. Allí, fui testigo de un enfrentamiento con un vecino, victima de aquellos enfrentamientos de hacía más de sesenta años que, a pesar del tiempo transcurrido, aún provocaban crispación. Nunca critiqué a esos alcaldes, porque entendí que siempre se debe analizar los contextos en los que suceden las cosas. Y si tenía alguna duda, ese encontronazo con el ya desaparecido Santiago Carrillo, me lo corroboró. Hoy, algunos de los carteles del Memorial han sido arrinconados intencionadamente y otros están en el suelo sin que nadie se ocupe de ellos. Ni los que se reivindican fervientes republicanos. Aún así, y a pesar de las críticas que se generaron en aquel momento, creo que fue una acción imprescindible a favor de esa memoria colectiva que debe seguir viva en las nuevas generaciones. Como lo fue también la recuperación que llevamos a cabo desde el Conselh Generau en 2010 de la figura de Josep Maria España Sirat que militó en ERC y tuvo un papel relevante en nuestra historia y que, desde entonces, su busto, preside la entrada de la casa del Senhor d’Arròs, donde reside la sede institucional del Conselh Generau.

Hoy, vivimos las enconadas críticas del independentismo y sus medios afines a la figura del militar que la asociación de veteranos ha erigido en los antiguos cuarteles de Vielha. A mi entender, esa escultura tiene el valor del esfuerzo, el sufrimiento y la memoria de hombres que estuvieron, por obligación, como voluntarios, con ardor guerrero o sin él, en nuestro Valle, más allá de cualquier otra connotación política que se quiera imponer desde la propaganda. Porque, lo trascendente no es la escultura, sino quien la impulsa. Y esa voluntad no es de una institución política o militar, sino de un grupo de exsoldados que nos piden ser recordados por lo que fueron. Como hombres que por las circunstancias de la historia formaron parte de un lugar y de un tiempo, con sus luces y sombras. Yo, lo considero un ejercicio de memoria que merece todo el respeto. El mismo que cualquier otra iniciativa que pueda reconocer a otros colectivos o personas con un papel relevante en nuestra historia. Porque la memoria no es el problema, el problema es el uso partidista que se hace de ella, la mirada interesada y los prejuicios de algunos sobre los actos de los demás.

Aran debe recordar a los maquis que querían liberar España de una dictadura, a los militares que durante tantos años y más allá de las funciones militares, pisaron las pistas para las primeras carreras de esquí, nos ayudaron en tiempos de catástrofes o tantos otros servicios que rindieron a nuestra comunidad cuando se les solicitaron.

Las ideologías, legítimas, deben hacer un uso pedagógico de esa memoria. Y confundir eso con el fascismo, es de una gravedad y de un cinismo que muestra la catadura moral de los que lo hacen.

La cultura de la paz se construye desde la tolerancia y el respeto hacia todos, comprendiendo cada tiempo y sus circunstancias. Por eso, nada puede ser más saludable para nuestro valle que dignificar a todos aquellos que pasaron por él, siendo críticos y a la vez, capaces de ver el lado humano de la historia. Eso es lo que nos hace grandes. El resto forma parte de la pequeña miseria de los que desde su petulancia y desde los falsos púlpitos manejan su supremacismo como si fueran jueces y verdugos de la historia.

 

Francés X. Boya i Alós

Conselhèr Generau

Deputat provinciau d’UA